NO ME GUSTAN LOS TELETONES
Por Johnny Arrendeljosephcaceres.net
De las primeras figuras que se integraron a telemaratones para causas loables fueron, Grullón Cordero; los argentinos Horacio Lamadrid y Anita Ontiveros; el humorista Pildorín y la boricua Mirta Silva.
Pero el talento que mejor ha encarnado los programas kilométricos especiales de beneficencia es Freddy Beras Gótico.
El “Gordo” protagonizó muchas jornadas que dieron fondos a patronatos contra diversas enfermedades o a comités pro- damnificados de distintas catástrofes.
En oportunidades, eran casos más particulares: pacientes necesitados de prótesis o trasplantes, fondos para alguna delegación deportiva o cultural, plantas eléctricas para un pueblo, etcétera.
Cuando trascendió que hacer un telemaratón implicaba ceder parte de lo colectado a los encargados del montaje y a los talentos, hubo algo de desencanto.
Luego, las telejornadas se hicieron frecuentes, unas veces para equipar al Ayuntamiento, otras para “hacer la Ciudad del Niño”, entre otras justificaciones.
Con las transmisiones a Nueva York y otras ciudades del exterior, se enfocaron esfuerzos a sensibilizar a nuestros emigrantes, a fin de captar contribuciones en divisas.
De maneras paulatina, la gente se desinteresó en cooperar, en parte por la saturación del método y porque se fueron creando dudas en torno al destino de los fondos.
LA CARIDAD DEBE ROMPER CON EL PASADO
Pienso que con los adelantos disponibles, los telemaratones son ya un anacronismo.
Hay vías más modernas y transparentes de aglutinar fondos para buenas causas, como se presenta ahora la ocasión, con el terrible terremoto en Haití.
Fijémonos en Marta Heredia, ganó el certamen Latin American Idol, con el apoyo masivo de nuestra población a través de minimensajes por telefonía móvil.
Las posibilidades monetarias del método la tenemos con la Cruz Roja de Estados Unidos: batió sus propios récords, al recaudar más 30 millones de dólares donados mediante el mensaje de texto “Haití”.
Otra gran campaña de recaudación la motorizó el artista haitiano Wiclef Jean, supera los cinco millones de dólares por medio a la misma vía, con la frase “Yele”.
Lo más significativo es que los jóvenes, que no acostumbraban a donar, ahora lo hacen, y multiplican su difusión a través de las redes sociales de Internet.
Creo que los esfuerzos para conseguir aportes del público en efectivo deben orientarse alrededor de las nuevas tecnologías.
De su lado, el gobierno darías facilidades con la eliminación del pago de impuestos durante un periodo especial, y las telefónicas harían lo propio, disminuyendo sus márgenes de beneficios.
De todas maneras, los centros de acopio habilitados pueden seguir canalizado las ayudas en especie: alimentos, medicamentos, equipos ortopédicos, materiales de construcción, agua, ropa, etcétera.
También, quienes quieran hagan grandes aportes directos y públicamente podrán merecer despliegue de parte de los medios, que reseñarían que “tal figura o empresa dio tantos millones a la Cruz Roja”, por ejemplo.
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